martes, 15 de marzo de 2011

Cómo he llegado hasta aquí

Cuando nació mi primer hijo, como cualquier madre primeriza, intenté poner en práctica todos los consejos que se ofrecían a mi alrededor, tales como "pon el niño en la cuna", "dale el chupete para que no llore"... y a pesar de todo eso, y muchas cosas más, mi bebé lloraba sin cesar y la única manera de calmarlo era dándole la teta y teniéndolo en brazos. La desesperación y la impotencia, junto con un grupo de madres de apoyo a la lactancia, me fueron mostrando un nuevo modo de hacer y ver la crianza. 
Decidí enfrentarme a todo y hacer únicamente todo aquello que nos proporcionaba tranquilidad y bienestar a mi hijo y a mí, atendiendo más a los instintos y menos a lo que por norma estaba establecido. Me di cuenta de que dormir con mi hijo no era un pecado; que llevarlo en brazos no sólo hacía que él no llorase sino que yo me sintiese mejor, y que para que estuviese sano y bien alimentado sólo tenía que darle de mamar cuando él lo pidiese, sin mirar el reloj ni plantearme cuándo había sido la última vez que lo había hecho. Además de todo esto, y después de visitar a varios profesionales sanitarios, llegamos a la conclusión de que el bebé tenía reflujo. Como tenía que pasarme el día con el niño en brazos, me sentía, en algunos momentos, como una inútil, por no poder ni servirme un vaso de agua sin ayuda. 
Entonces surgió la idea de un portabebés. Comencé utilizando alguno comercial, tipo mochila, pero ni el bebé estaba cómodo ni era posible darle la teta mientras lo llevaba, y menos posible aún colocarlo yo sola. Entonces decidí buscar una alternativa más natural, ergonómica y sencilla, pero la decisión era difícil y, ya que había tanta variedad, decidí poner en práctica mis conocimientos de costura. Me interesé por todo lo que era el mundo de los portabebés tradicionales. Primero, una bandolera de anillas; luego, un pouch doble, mai-tai, etc. Mi vida cambió radicalmente, ya que ahora tenía las manos libres para hacer lo que quisiera, y además un bebé tranquilo y dormido. 
Cuando las mamás a las que conocía empezaron a ver mis diseños, se mostraron muy interesadas y empezaron los encargos. 
Desde entonces y hasta hoy, ha ido aumentando y, sin darme cuenta, he encontrado una actividad que me ha ayudado en todos los aspectos. ¡¡¡Ahora os invito a que la disfruteis conmigo!!!

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